viernes, 24 de enero de 2020

Vicio



El tormento de los vicios 
que incineran poco a poco
a los restos de una vida
que se apaga lentamente. 

Displicente 
es saberse convertido
en esclavo de adicciones 
entre mil contradicciones
y un sinfín de excusas vanas. 

Y las llanas mocedades 
de unos tiempos ya perdidos
nos recuerdan las verdades
de un futuro de ostracismos
y de mil banalidades. 

Cuánto vale ese respiro
cuánto más la bocanada 
de humaredas clandestinas
y de falsas alegrías 
de placeres infelices 
y de vagos malestares. 

Prepotente es el pulmón 
que resiste y que se entrega
en su mansa vocación 
de apilarse de alquitranes
disfrazado de cartón. 

Y el corazón 
este músculo cardíaco, 
no el cantado por poetas, 
no el de flechas de cupido, 
no! no es ese el corazón 
que se encierra en sus ahortas… 

Cuando pueda deshacerme 
de grilletes y cadenas 
tal vez entonces
pueda respirar el sano oxígeno 
sin el humo acompañante 
cuál gigante desleal
inhumano y placentero.

Jungla pluvial



Las sombras de la noche se deslizan hacia el alba
se oscurecen los silencios
los rumores de la vida
se desenvuelven con las ansias
de sobrevivencia desesperante

Es la selva
es la jungla
es su insidia desplegada
bajo el follaje que ondulante
se repliega ante los vientos y la lluvia. 

Fresca lluvia 
muy ruidosa
es ésta lluvia que desciende de los cielos
como cántaros de lágrimas sin ojos. 

Y la noche se eterniza con violencia
con una oscuridad de mil tinieblas 
y salpica el orbe todo con sus sombras reversibles 
y se entrega pulcra y virgen,
 la foresta, a sus encantos. 

Ya no quedan tantos
de esos días juveniles
en que el mundo todo entero
nos cabía en la palma de una mano. 

Ya no quedan de esos días 
nada más que los recuerdos 
las memorias malheridas por borrosas discrepancias
y venenos consumidos por el alma
gota a gota
resentimiento tras resentimiento…

jueves, 9 de enero de 2020

Pesadillas



Ratas escalando mis brazos
ratas subiendo por mis piernas
ratas en mi pecho y en mi espalda
ratas de ojos rojos y y brillosos
ratas de fauces dentadas
cubriendo todo mi cuerpo.

Y yo inerme, quieto, estático e inmóvil
me descubro prisionero
de mi estado fisiológico.

Encerrado en esta cárcel muscular
entre huesos y barrotes epidérmicos
yo inútil, yo imberbe, yo en silencio
gritando a todo pulmón y sin volumen
no despierto.

No consigo despertar!